Para nosotras, las joyas son más que un adorno. Son piezas llenas de historia y custodias de recuerdos muy valiosos. Nos recuerdan momentos especiales, regalos de y para nuestras personas queridas, acompañantes de nuestra vida. ¿Quién no recuerda su primer anillo o collar? ¿Y esa pulsera de tu abuela o de tu madre?
Las joyas son memoria viva y palpable. Por ello, es esencial cuidar adecuadamente de estas piezas, para que puedan seguir acompañándonos en sus mejores condiciones el máximo tiempo posible.
Limpia tu joya
Puede parecer una tontería, pero lo primero es limpiar nuestras joyas de forma regular para eliminar la suciedad que se adhiere a ellas debido al sudor o la contaminación. En este paso es esencial contar con los materiales necesarios, como un paño de gamuza suave, agua tibia y jabón neutro. Para joyas de piedras preciosas, es importante asegurarse del cuidado de cada piedra, ya que cada una tiene cuidados específicos y podría dañarse si no utilizas el método adecuado.
En este apartado, recordamos que hay que tener mucho cuidado con los productos químicos. Los productos de limpieza, perfumes, cremas o cloro pueden dañar los metales de las joyas.
Guarda tus joyas de forma individual
Las joyas deben guardarse individualmente, a poder ser en una bolsita específica o una caja forrada. Si las guardas en un joyero, estas deben quedar separadas, así evitamos que el posible óxido o suciedad de una joya se transfiera al resto. Además, es muy práctico para los collares, ya que así evitarás que las cadenas se enreden y puedan romperse.
Aquí os dejamos un ejemplo de nuestra caja de regalo, ideal para almacenar tus joyas y que se mantengan brillantes como el primer día.
Cuida de tu joya
Mima tu joya. Esto es fundamental para mantener tu joya en sus mejores condiciones. Evita llevar tus joyas cuando realices cualquier tipo de actividad física, limpies o sepas que vas a exponer a tus piezas a algún agente externo que pueda dañarlas, quítatelas y así evitarás daños o perderlas.
Aunque algunas joyas puedan ser resistentes al agua, es recomendable evitar su exposición prolongada. No hace falta bañarse en la playa o en la piscina para que el agua las dañe, el agua del grifo, que ya contiene cloro y minerales, puede opacar y dañar los metales.
Evita, en la medida de lo posible, el contacto de tus joyas con superficies duras. Los metales que se usan en joyería suelen ser muy maleables por lo que tener cuidado al apoyar tus joyas en superficies duras ayudarán a que tus joyas no se rayen.
No expongas tu joya al sol o a cambios bruscos de temperatura.
Siempre debes evitar temperaturas extremas, ya que tu joya podría sufrir cambios de color. Lo ideal sería no exponerlas a temperaturas por encima de los 50º y por debajo de los 10º. Además hay que tratar de no dejarlas cerca de fuentes de calor que pueden ser agresivas con tus joyas, como por ejemplo radiadores.
Ser consciente del uso y la manipulación de tus joyas ayuda al cuidado preventivo de tus joyas, que es siempre mejor que la reparación. Una joya puede convertirse en un legado familiar y un recuerdo de momentos especiales, por ello es importante mantenerlas brillantes y en las mejores condiciones el mayor tiempo posible.
En definitiva, ser consciente del uso de tus joyas es esencial para preservar su belleza y prolongar su vida útil, y por lo tanto, su compañía por más tiempo.